Manuel Salvador Garrido
16/01/2020
Durante mi niñez, los sesenta, quitando que tus padres te pudieran reñir por ir a bañarte al Guadalquivir a su paso por Gelves o Coria o al río Pudio, no nos controlaban mucho. Podíamos poner la televisión o escuchar la radio porque, en su mayoría, sabían que apenas había nada nocivo. E incluso nos íbamos a los pueblos de al lado andando. Hasta Coria o San Juan de Zanalfarache eran como cinco kilómetros, y no se preocupaban tampoco por eso. Sabían lo que hacíamos, dónde estábamos y nuestras intenciones. Por otro lado, en Palomares tampoco había nada. Quizás el futbolín de Ricardo o la gramola del estanco de Agustín. Hoy en día, puedo llegar a entender la complejidad de criar y controlar a un adolescente o niños que se acercan a la adolescencia. Por las redes sociales, sabemos y lamentamos que la juventud ha llegado a quedar con gente por redes sociales que al final ha resultado que han agredido sexualmente. Esa gente que se crea perfiles falsos en Facebook y se van metiendo lentamente en el ámbito más cercanos a estos jóvenes. Más del treinta y cinco por ciento de las consultas en pediatría tienen que ver con el ciberacoso y el fácil acceso de miles de niños a contenidos sexuales. Más de la mitad de todos los niños entre diez y doce años en España tiene un Smartphone con el que pueden conectarse a Internet. Si aumentamos la media a trece o quince años, ya hablamos de que el noventa por ciento de los jóvenes españoles tienen un móvil entre las manos. Más de cincuenta mil jóvenes españoles tienen problemas con la adicción a Internet y más o menos la misma cantidad han quedado alguna vez con un desconocido a través del ordenador o el móvil. Son unos datos que producen escalofríos porque son los jóvenes los que tienen que ocuparse del país en veinte años. El riesgo crece exponencialmente de tal forma que se cree que en pocos años un millón de adolescentes podrán tener adicción cibernética y estar en riesgo de ser problemáticos para la sociedad. ¿Tiene el nuevo Gobierno la obligación de erradicar dicho problema? Se supone que sí, por la anunciada vuelta a la política útil por parte de Sánchez en la primavera del pasado año, cuando aún no sabía que tendría que gobernar con Unidas Podemos, donde están muy preocupados por los jóvenes y el consumo, aunque Garzón, ya ministro de Consumo, esté pensando en el modelo cubano, “el más sostenible”, según dijo días atrás. Me consume la incertidumbre.