ALEJANDRO ROJAS BRUCE
11/11/2019
Sebastián Piñera, presidente de Chile actualmente y que durante 2010 a 2014 también había ocupado el cargo, afronta una crisis social importante marcada por las fuertes protestas contra su Gobierno y los enfrentamientos violentos entre las autoridades y los manifestantes. El mandatario chileno responde algunas de las preguntas sobre la situación y es consciente de que se deben realizar cambios para mejorar la sociedad y calmar al pueblo chileno. Asimismo, Piñera abrió la posibilidad de una reforma constitucional o incluso la creación de una nueva Constitución.
Pregunta. ¿Cuánto tiempo puede resistir Chile esta protesta?
Respuesta. Cada persona hace su propia proyección y yo soy optimista. Creo que la democracia chilena, el Estado de derecho y el sentido común van a predominar. En Chile tenemos una paradoja: fue la colonia más pobre de España en América Latina y en los últimos 30 años vivió probablemente uno de los mejores periodos de su historia. En 30 años logramos recuperar la democracia en forma ejemplar, logramos un proceso de crecimiento y desarrollo que nunca antes habíamos conocido, multiplicamos por cinco nuestro ingreso per cápita. Pasamos de la medianía de la tabla a encabezar todos los rankings de América Latina. La pobreza se redujo como en ningún otro país en América Latina, desde más del 60% a menos del 10%. Logramos también reducir las desigualdades, menos de lo que quisiéramos, menos de lo que necesitamos, pero tendíamos hacia una sociedad más igualitaria. Y ahora hemos sufrido las tres semanas más violentas y disruptivas que yo recuerdo. ¿A qué obedece esta paradoja? He leído a los principales analistas elaborar todo tipo de teorías muy contradictorias unas con otras.
P. ¿Cómo se lo explica usted?
R. Yo estoy de acuerdo con todas las teorías a pesar que son contradictorias. Es una manera de expresar la confusión. Tengo mi propia hipótesis: el malestar del éxito. De las tres décadas de avance emergió una clase media amplia, pujante. Lo que pasa en Chile no se debe al alza de 30 pesos [cinco centavos de dólar; unos cuatro céntimos de euro] en el billete de Metro, sino que obedece a una realidad que venía empujando quizás hace 30 años y que no vamos a resolver en 30 días. No supimos entender que había un clamor subterráneo de la ciudadanía por lograr una sociedad más justa, más igualitaria, con más movilidad social, más igualdad de oportunidades, menos abusos. En estas semanas hemos visto estallar ese clamor, y también hemos visto una ola de violencia, de destrucción, provocada por grupos criminales organizados.
P. ¿De dónde proceden esos grupos?
R. Son de distintos orígenes. Yo creo que hoy día hay algo nuevo, distinto a lo que teníamos hace un mes atrás, pero necesito pruebas para poder afirmarlo.
P. Usted en algún momento utilizó la palabra “guerra”.
R. Guerra contra la violencia, contra la delincuencia, contra el saqueo, contra la injusticia, contra la pobreza, por supuesto. Uno en la vida tiene causas por las cuales está dispuesto a luchar, como lograr que Chile sea un país desarrollado, sin pobreza, con mayor igualdad de oportunidades, pero también tiene causas contra las cuales quiere luchar. Decía que en esta ola de violencia participan grupos muy organizados que antes no conocíamos en Chile, a la cual se suman la delincuencia tradicional, el narcotráfico, los anarquistas y muchos más. Demostraron voluntad de destruirlo todo, sin respetar a nada ni a nadie. Quemaron y destruyeron la mitad de las estaciones de nuestro sistema de transporte subterráneo, vandalizaron más de 2.800 buses, quemaron cientos de supermercados, establecimientos comerciales, pequeños negocios. Sin piedad, sin ninguna contemplación por nada. A esos grupos los vamos a identificar, los vamos a llevar a la justicia y van a responder por sus crímenes. Simultáneamente hubo otra situación, que fue la manifestación pacífica muy fuerte de los ciudadanos de Chile para exigir un país más justo, más igualitario, con menos privilegios. ¿Y el Gobierno que ha hecho? Atender las dos realidades. Combatimos la violencia con toda la fuerza de la Constitución. Una responsabilidad fundamental de todo Gobierno es proteger el orden público y proteger la seguridad ciudadana y eso es lo que hemos intentado hacer, con muchas dificultades, durante estas tres semanas. Pero al mismo tiempo pusimos en marcha una agenda social que recoge muchas de las peticiones de los chilenos: aumentar las pensiones y el ingreso mínimo garantizado, reducir los precios de servicios básicos como la electricidad, el transporte público y los peajes en las carreteras. También establecer más impuestos sobre los sectores de mayores ingresos para financiar esta agenda social.
P. ¿Estamos hablando de un cambio de modelo en Chile o simplemente de retoques?
R. El modelo en el cual yo creo, y voy a luchar para perfeccionarlo, es la democracia con libertad de expresión, con separación de poderes, con Estado de derecho, con respeto por las minorías. Creo en una economía libre, abierta, de mercado, competitiva. Creo también en un fuerte compromiso del Estado por luchar contra la pobreza y ofrecer mayor igualdad de oportunidades. El otro modelo es el bolivariano, que ha traído en todos los países donde se ha aplicado sufrimiento, frustración, pérdida de libertad, estancamiento.
P. ¿Quién destruyó el Metro, con pérdidas valoradas en 376 millones de dólares (unos 341 millones de euros)?
R. En 15 minutos, de forma coordinada y simultánea, incendiaron siete estaciones de metro. De 136 estaciones, 80 fueron quemadas, vandalizadas o destruidas. Eso no es algo espontáneo ni casual. Es la obra de grupos criminales organizados, pero naturalmente el investigar esta situación y el llevarlos a la Justicia y sancionarlos corresponde a las policías, a la Fiscalía y al Poder Judicial
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P. ¿Sospecha de agentes de regímenes adversos a su Gobierno?
R. No descarto nada. He recibido mucha información, alguna de ella de origen externo, que afirma que aquí hubo intervención de Gobiernos extranjeros. Pero quiero ser prudente, hemos entregado esa información a la Fiscalía, que es la que por mandato de la ley debe investigar los delitos en Chile.
P. ¿Cree usted que Chile está en camino de normalización? Las protestas continúan.
R. El Estado tiene muchas responsabilidades en una democracia: resguardar el orden público, proteger la seguridad de los ciudadanos, proteger la libertad y los derechos de todos los chilenos. También tiene la obligación de respetar los derechos humanos. Puedo decir lo siguiente: estas emergencias pueden desembocar de dos maneras. Una, como un gran incentivo. Las exigencias de los ciudadanos pueden servir para que el Gobierno y la sociedad entera trabajen con más urgencia por conseguir mayor justicia, mayor equidad. Eso sería bueno para el país. Pero también puede ocurrir que esas demandas se canalicen fuera de la institucionalidad democrática y se transformen en un caldo de cultivo para la violencia, para la demagogia, para la delincuencia, para el populismo. Ese sería un muy mal camino.
P. Hay numerosas denuncias de violaciones de los derechos humanos por parte de agentes del Estado, con 14 carabineros encausados por torturas, y hay grupos violentos que siguen destrozando las ciudades.
R. Los actos de violencia comenzaron el jueves 17 de octubre. Antes eran manifestaciones, incivilidades, evasión de pago. La violencia de verdad empezó el jueves 17 de octubre y el viernes 18 esto se desbordó. En pocos minutos quemaron siete estaciones de un Metro que nos costó sangre, sudor y lágrimas construir y que estábamos expandiendo para que llegara a casi todos los habitantes de Santiago. La situación era tan compleja, había tantos atentados en tantos lugares distintos, con tanta potencia, con tanta planificación, con tanta maldad, que no se pudo controlar el orden público. En ese instante, como presidente de Chile, sentí el deber de recurrir a los instrumentos que la Constitución le otorga al presidente y decreté el estado de emergencia.
P. Sacar los militares a la calle tiene una gran carga simbólica en un país como Chile.
R. Lo que menos quiere un presidente es decretar estado de emergencia. Pero uno no hace lo que quiere, sino lo que debe. ¿Qué significa el estado de emergencia? Que el presidente designa a miembros de las Fuerzas Armadas como responsables máximos de las distintas zonas de emergencia, con el mandato de proteger el orden público. La Constitución permite limitar el derecho a la movilidad y el derecho de reunión por un plazo máximo de 15 días. Pero cuando decretamos el estado de emergencia, aquí, en este mismo escritorio, nos reunimos con los principales ministros, con el jefe de la zona de emergencia de Santiago, el general Iturriaga, y tomamos todas las precauciones posibles para asegurar el respeto a los derechos humanos. Una emergencia es un periodo extraordinario con mucha violencia. Hay mil carabineros heridos.
P. Usted votó por el no en el plebiscito a Pinochet de 1988 y, siendo presidente, se echó a buena parte de la derecha encima cuando habló de “los cómplices pasivos” de la dictadura, en referencia a los civiles. ¿Qué siente cuando se le acusa de violar los derechos humanos?
P. Es una acusación totalmente infundada. Hice lo posible por proteger a mis compatriotas de la violencia. Si no lo hubiera hecho y hubieran seguido quemando, no solamente estaciones de Metro, sino hospitales o aeropuertos, habría incumplido mi deber. Puedo asegurar que tomamos todas las providencias y precauciones para asegurar el respeto de los derechos humanos. Ahora, que en estas semanas de violencia pueden haberse cometido abusos, por supuesto que sí. Y tendrán que ser investigados y juzgados.
P. ¿Descarta por completo un periodo constituyente y una nueva Constitución?
R. Creo que es necesario modernizar y perfeccionar nuestra Constitución. En nuestro programa de Gobierno hay una propuesta de reforma y estamos dispuestos a debatir este asunto dentro de los canales de la democracia. ¿Cuál es el poder constituyente que existe en nuestro país? Nuestro país es una democracia, no una dictadura.
P. ¿Cuál es la principal objeción a la actual Constitución? ¿Qué querría cambiar usted?
R. Yo creo que se requiere un mejor equilibrio entre los distintos poderes del Estado, especialmente entre el Legislativo y el Ejecutivo.
P. ¿Habrá un antes y un después? ¿Será Chile distinto tras estos acontecimientos?
R. Chile cambió, todos hemos cambiado en estas semanas, y el presidente también.
P. ¿Qué siente cuando tantos chilenos exigen su dimisión?
R. Chile es un país libre. Todos tienen derecho a pensar lo que quieran del Gobierno, del presidente, de los clubes deportivos. Yo respeto esa libertad. A quienes no respeto es a aquellos que pretenden ser los intérpretes de la ciudadanía. Esa gente no se da cuenta de que el malestar también va contra ellos.
P. ¿Le preocupa el daño a la imagen internacional de Chile?
R. Por supuesto. Tengo en este momento un millón de preocupaciones, pero eso no significa que no tenga al mismo tiempo la capacidad de estar atento, de escuchar, de reaccionar, de tratar de encauzar estos difíciles tiempos que vive la sociedad chilena por el camino de la democracia, del diálogo, de los acuerdos, de las soluciones y no por el camino de incendiarlo todo, como algunos quieren.